viernes, 29 de agosto de 2008

LA FELICIDAD... ¡EXISTE!

En mis ser, no existió más razón, que la que un día marcó la dicha de conocerte

Mis ojos se llenaron de alegría y los anhelos salían por las pupilas,

En un sendero lleno de oscuridad, tu ser brillo intensamente qué cegó mi vista,

Mi corazón colapsó por un instante, y sintió calor cuando tu alma se acercó a mí,

Los ángeles bajaron del cielo y te rodearon con dulces cánticos que me hicieron
adorarte,

Te hiciste tan hermosa que me fue imposible volverte a alcanzar,

Como algo que siempre se quiere pero que nunca se tiene,

Mi dicha se hizo perpetua, porque supe que estarías ahí,

Aunque mi sendero se perturbe por la incertidumbre,

Se que Dios así ha querido que sucedieran los hechos,

Para que con la dicha de haberte conocido, sepa que la felicidad… ¡existe!

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